El presente documento consistirá en un análisis subjetivo comparativo del personaje femenino de Ofelia en las obras Hamlet de William Shakespeare y “Ofelia” o la madre muerta del dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra.
Para llegar a una conclusión persuasible se esclarecerán antes los puntos dónde ambas obras se encuentran, aquellos en que difieren y se propondrán argumentos que defiendan que la obra “Ofelia” o la madre muerta puede ser una fiel reescritura contemporánea de Hamlet, escrita bajo otro paradigma social-cultural.
La comparación surgirá desde el punto en común que ambos personajes poseen: la femineidad vista desde diferentes ángulos; la virginidad, la inocencia, la locura, el suicidio y el amor.
Los objetivos de la investigación serán descubrir qué características construyen a las Ofelias de tal manera que el personaje, colocado cada cual bajo su propio contexto histórico-cultural-social, sea exactamente el mismo pero trascurrido el tiempo y traspasados los límites de las épocas.
Hamlet es una obra de William Shakespeare escrita entre los años 1600 y 1608, aproximadamente. El drama narra sobre un príncipe que intenta vengar a su padre, quien ha sido asesinado por su hermano para obtener la corona y el amor de su esposa.
Hamlet no se entera del asesinato de su padre, si no es por el fantasma del asesinado, quién se aparece por las noches en los pasillos del castillo para revelar a su hijo el secreto y lograr la venganza.
Durante el transcurso de la obra Hamlet comienza a mostrarse loco frente a quienes lo rodean, siendo este acto parte de un plan para vengar a su padre. La venganza se transforma en su único objetivo. Finge haber perdido por completo la razón para justificar los comportamientos extraños que intentan clarificar el asesinato.
Ofelia es el personaje femenino más importante de la obra, siendo ésta la enamorada de Hamlet. Al comienzo de la obra Ofelia está ahí escuchando las declaraciones de amor de Hamlet, pero conservando siempre la pureza y la virginidad características de su edad y honor acordes con la época y su paradigma social. Su hermano Laertes y su padre Polonio la advierten, le aconsejan que tenga cuidado y que no confunda el amor con “los hervores de la sangre”[1] de Hamlet.
Ella obedece a éstos consejos. Trascurrida la acción, cuando Hamlet comienza con su inesperada locura, Polonio intenta demostrar a Claudio, el rey asesino, y a Gertrudis, la viuda del rey asesinado, ahora esposa de Claudio, que todas estas sinrazones de Hamlet se deben a su apasionado amor por Ofelia.
Se planea un encuentro entre ambos jóvenes. Los involucrados en averiguar que le sucede a Hamlet se esconden para escuchar la conversación. El encuentro se produce y lo único que Ofelia obtiene de la boca de Hamlet no son más que insultos y crueldad. En ese momento la confusión comienza a invadir el cuerpo de Ofelia.
Avanzado el drama, Hamlet, por equivocación mata a Polonio, el padre de Ofelia. Desde ese momento en adelante vemos a una Ofelia confusa, triste, ida, perdida y loca. Canta en todas partes, no hay a quién escuche, no entiende nada, su entendimiento está borroso. Terminando todo en un bello suicidio.
La historia termina con la muerte de casi todos los involucrados dentro del castillo de Elsignor.
“Ofelia” o la madre muerta, de Marco Antonio de la Parra fue escrita el año 1994.
La acción ocurre dentro de una clínica psiquiátrica de desintoxicación y los personajes son parte del recinto y sus familias. El dueño del lugar es el padre de Hamlet, el esposo de Gertrudis, quien ha muerto. Ella mantiene un romance secreto con Claudio, médico de la clínica, hermano del fallecido y tío de Hamlet hijo.
Polonio es el padre de Ofelia, médico y administrador del lugar, sabe de los crímenes ocurridos.
La madre de Ofelia ha muerto, el misterio de su muerte no se ha resuelto, pero Ofelia está convencida de que la han asesinado. De esta manera Ofelia se propone descubrir los misterios que la rodean. Es así como empieza a revelarse frente a la corrupción del lugar y deja de comer y se niega a ser tocada por Hamlet, su enamorado, totalmente ignorante de lo que sucede. Dado que la joven insiste en aclarar las muertes tanto de su madre, del padre de Hamlet y la relación oculta entre Gertrudis y Claudio, Gertrudis le administra una sobredosis de morfina que termina matándola. Finalmente descubrimos que la madre de Ofelia o la Estrella de Cine como es presentada en la obra, ha sido asesinada por Polonio quién le inyectaba grandes cantidades de morfina para hacerla feliz.
Ambas obras, tanto Hamlet como “Ofelia” o la madre muerta presentan una acción cuyo detonante es la muerte de alguien. En el caso de Hamlet, su ansia de venganza es dedicada a su padre, quién como un fantasma se ha aparecido en los castillos de Elsignor para contarle sobre su asesinato. En “Ofelia” o la madre muerta, vemos un fenómeno parecido pero no igual; Ofelia sospecha que la muerte de su madre se ha producido por un asesinato, pero nadie se lo ha dicho, sin embargo ella, al igual que Hamlet de la tragedia de Shakespeare, ve al fantasma de su madre que se presenta como la Estrella de cine, quién deambula por la escena sin ser vista ni reconocida por nadie excepto por Ofelia.
El lugar donde se desarrollan las fábulas en ambas obras, parecen a simple vista ser muy diferentes entre sí, pero no lo son tanto. Si bien una clínica no tiene nada que ver en su estructura arquitectónica con un castillo de aquella época, lo que sucede en sus interiores podría ser interpretado como una jerarquía que funciona de manera parecida. Dentro de una clínica psiquiátrica o de desintoxicación, los médicos son quienes tienen el poder sobre todas las decisiones. Son los dueños de la razón y pueden ser cuestionados sólo por sus propios pares, generándose sólo entre colegas una igualdad de poder respetable.
En el caso de Hamlet de Shakespeare, la acción ocurre dentro de un castillo, dónde las decisiones las toma el rey, consultándole sólo a la reina en algunas ocasiones. Al rey no se le puede discutir, nadie lo iguala en poder.
Considero pertinente proponer esta comparación rey-médico, sobre todo en una época como la que estamos viviendo, dónde la figura del doctor ha ido ocupando un lugar cada vez más omnipotente. Frente a la ignorancia del paciente, lo único que le queda es confiar en que la palabra del médico es la correcta y todo lo que éste proponga será lo mejor. El conocimiento científico otorga al ser humano una especie de poder inigualable. En la era de las ciencias, a aquel que sabe desenvolverse en los términos de la medicina se le otorga inconcientemente un poder sobrevalorado. Me atrevo a decir que dentro de lo que es nuestra sociedad hoy en día, los médicos podrían estar utilizando un rol de “reyes” de la ciencia. Es así como la locación puede ser un punto en común entre ambas obras, la clínica podría ser una perfecta versión contemporánea del castillo de Elsignor.
El asesinato entre seres queridos también es una característica que comparten ambas obras. En Hamlet, Claudio asesina a su hermano, el rey Hamlet.
En “Ofelia” O la madre muerta, hay un doble asesinato, Claudio mata a su hermano, Polonio mata a su esposa, a la madre de Ofelia.
Hay un tercer asesinato en común, el suicidio. Ofelia de Hamlet se suicida en el río, Ofelia de Marco Antonio de la Parra comete un suicidio a largo plazo que no se logra concretar ya que Gertrudis la mata antes de que ella muera de inanición.
En ambas Ofelias podemos encontrar ítems en común que caracterizan al personaje como una mujer víctima de las mentiras, del drama y la tragedia.
A continuación me propongo interpretar las siguientes características en común que presentan ambas Ofelias: el parentesco con hombres, la locura y el suicidio.
En Hamlet de Shakespeare, las dos mujeres que aparecen en el texto están ahí gracias a la importancia del rol que cumple aquel que es su pariente.
Cabe destacar que en el libro de Shakespeare, en la página donde se presentan los personajes, las dos mujeres están al final y presentadas de la siguiente manera:
OFELIA, hija de Polonio
GERTRUDIS, reina de Dinamarca y madre de Hamlet
(Shakespeare 2000:5)
Según la cita anterior, Ofelia no existiría si no fuera por su parentesco con Polonio. Gertrudis por su parte destaca, en cierta forma, por el poder que le brinda su rol de reina, pero que es dado también por ser la esposa del rey.
Ofelia por su parte, funciona y existe gracias a que Hamlet está enamorado de ella. Su primera aparición en la obra trata de una escena donde su hermano le aconseja no corresponder a los sentimientos de Hamlet.
Laertes: Por lo que hace al frívolo obsequio de Hamlet, debes considerarlo como una mera cortesanía, un hervor de la sangre, una violeta que en la primavera juvenil de la naturaleza se adelanta a vivir y no se sostiene; hermosura no durable; perfume de un momento y nada más.
Ofelia: ¿Nada más?
Laertes: Pienso que no, porque no sólo en nuestra juventud se aumentan.
Las fuerzas y el tamaño del cuerpo sino las facultades interiores del talento y del alma crecen igualmente con el templo en que residen. Puede ser que él te ame con sinceridad, sin que manche borrón alguno la pureza de su intención. Pero debes temer al considerar su grandeza, pensando que no tiene voluntad propia, y que vive sujeto a obrar según a su nacimiento corresponde. El no puede, como una persona vulgar, elegir por si mismo, puesto que de su elección depende la salud y prosperidad de todo un reino…”
(Shakespeare 2000:18)
En el diálogo anterior observamos cómo Laertes la invalida asegurándole que el amor que está sintiendo Hamlet por ella es induradero y volátil. Con las palabras de Laertes el personaje de Ofelia queda, en cierto modo, invalidado como mujer y comienza a funcionar de aquí en adelante, sólo al servicio de Hamlet, de descubrir qué le sucede y de complacer a quienes la rodean alejándose de él. Avanzada la acción, Ofelia enloquece porque Hamlet ha asesinado a su padre Polonio. Nuevamente la vemos desarrollarse de alguna manera por reacción a algo que le sucede a otro. Está existiendo en base a la ausencia de otro.
Es así como la muerte de Ofelia, su suicidio, es la culminación de un largo proceso de desintegración de la personalidad e identidad del personaje, ya que nunca fue realmente lo que era, siempre respondió a lo que los otros hacían de ella, era una persona armada en base a lo que Polonio esperaba de ella y a lo que Hamlet sentía o no por ella.
Según lo anteriormente expuesto, Ofelia cabría dentro del postulado de Rubin Gayle, antropóloga americana y feminista teórica, en su libro “El tráfico de mujeres”[2], donde defiende que existen mujeres que sólo existen por el rol que cumplen en la vida de otras personas del sexo opuesto, o por ser madre de alguien, hermana de aquél o enamorada de algún hombre.
La afirmación anterior se ve avalada por un texto pronunciado por la reina en el momento de los funerales de Ofelia:
(Shakepeare 2000:104)
La cita anterior es considerablemente cruel, ya que la reina no se lamenta por lo que Ofelia no fue, si no por el rol que no alcanzó a desempeñar.
Es así como la muerte de las Ofelias en ambos casos se parece, aunque distan de ser iguales por el momento culmine en que mueren. La de Marco Antonio de la Parra muere intoxicada por una sobredosis de morfina suministrada por su tía Gertrudis, en cambio la de Shakespeare muere ahogada en un río, tras haberse lanzado a él.
Ella no se cansa de intentar descubrir los secretos que la rodean. Está agotada de no poder denunciar, de no ser escuchada y de la contaminación que la rodea en aquella clínica. Por lo tanto, a modo de protesta deja de comer y tampoco deja que Hamlet la toque, se obsesiona con la pureza de su cuerpo. Al ver que ya nada es puro en esa clínica, reacciona de manera contradictoria. Intenta la pureza al no dejar que Hamlet la toqué y deja de comer para no contaminar su cuerpo, a sabiendas de que para vivir la comida es necesaria. Es un acto de pureza y autoflagelación al mismo tiempo. Al verse imposibilitada de maltratar al resto, para vengar a su madre o para dejar al descubierto sus secretos, maltrata a su propio cuerpo con una obsesión mortal por la pureza. He ahí la explicación de la exuberante presencia del agua dentro del texto de Marco Antonio de la Parra. El autor chileno toma el suicidio en el agua de la Ofelia de Shakespeare como un elemento recurrente en su texto, ya que el agua está presente en variadas escenas. Como podemos verlo en la cita a continuación, que remite al comienzo de la obra.
Sobre una gran pantalla se ve el paisaje de un río tomado desde el curso de éste. Como la mirada de un ahogado. (De La Parra 1994: 187)
La obra comienza con la convención de Ofelia en el agua y su voz en Off, se entiende una intención de representar a la Ofelia tras el suicidio del texto de Hamlet, la Ofelia recorriendo calmada las aguas del río que la mató, para llegar a esta clínica donde la historia se repite, pero ahora transformándola a ella en un Hamlet en femenino y con menos poder de denuncia.
La locura, por otra parte, es otra de las características que podemos encontrar en ambas Ofelias, considerando que la locura ha ido cambiando de significado a través del paso del tiempo. En Hamlet de Shakespeare, Ofelia comienza siendo una muchacha completamente normal, casta y pura. Es Hamlet quién finge una locura, lo que afirma que hasta la muerte de Polonio no hay nadie dentro del castillo que esté realmente loco, aunque esa información la sabe solamente el lector y los amigos más cercanos a Hamlet.
Es así cómo la locura fingida de Hamlet es traspasada pero de manera real a Ofelia, la mujer que el ama. Cuando Polonio muere, Ofelia ya no aguanta más de angustia, ya que también se vio afectada por lo confusas que fueron las palabras de Hamlet cuando Polonio quiso demostrar al rey y la reina que las locuras del príncipe eran por amor:
Hamlet: si te casas, quiero darte esta maldición en dote. Aunque seas un hielo en la castidad, aunque seas tan pura como la nieve, no podrás librarte de la calumnia. Créeme, vete a un convento. Adiós. Pero…escucha: si tienes necesidad de casarte, cásate con un tonto; porque los avisados saben muy bien que vosotras los convertís en fieras… Al convento, y pronto. Adiós. (Shakespeare 2000: 51)
Las palabras de Hamlet parecen ser casi premonitorias, debido a que cualquier opción que tome la doncella será dolorosa, una menos que la otra, pero ninguna la hará feliz.
Sin embargo Hamlet no pronuncia la tercera opción, que será la que toma Ofelia: la muerte.
La siguiente aparición de Ofelia es en la escena de los cómicos dónde Hamlet ha contratado un grupo de actores para representar una obra escrita por él donde se hace directa alusión al asesinato de su padre. Este momento brinda mayor confusión a Ofelia ya que Hamlet la corteja cada vez que encuentra oportunidad.
Hamlet: ¿Permitiréis que me ponga sobre vuestra falda?
Ofelia: No, señor.
Hamlet: Quiero decir, apoyar mi cabeza en vuestra falda.
Ofelia: Sí, señor.
Hamlet: ¿Pensáis que he querido cometer alguna indecencia?
Ofelia: No, no pienso nada de eso.
Las actitudes de Hamlet son una especie de transición de Ofelia hacia lo locura, si bien el detonante es la muerte de su padre, me parece pertinente considerar que desde el principio de la obra, cada una de sus apariciones constituye un aporte a su proceso de pérdida de identidad, algunos la niegan, otros la aprueban, uno la corteja y luego la maltrata para volver a cortejarla, y finalmente, su padre, el único gran apoyo que veía dentro del palacio muere y se desata la locura; que culmina en el suicidio.
Por otro lado, la Ofelia de Hamlet se vuelve “loca” para la época de Shakespeare, pero se enferma para nuestra época.
Laertes: Mi buena hermana, dulce Ofelia.
Oh cielos, ¿Es posible que el buen juicio
De una joven doncella resulte tan mortal
Coma la vida de un anciano? (Shakespeare 2000: 88)
En Hamlet, de Shakespeare, la locura se ve como la muerte del juicio. Al Laertes decir que el juicio resulta mortal, nos anuncia o adelanta el suicidio de Ofelia, ya que efectivamente la pérdida del juicio resulta mortal.
Cabe destacar que la locura de esta Ofelia es descrita y dada a entender más que nada como una enfermedad. Si bien es cierto que hoy en día la anorexia y la obsesión por la pureza son enfermedades, en la época en que se escribió Hamlet, aquél que no comía por voluntad estaba loco y la pureza era parte del paradigma cultural y social.
Es coherente que la anorexia de Ofelia se presente aquí como una enfermedad más que una pérdida de juicio ya que estamos viviendo en una sociedad que existe bajo una paradigma científico, dónde la palabra del doctor vale más que cualquier otra.
Bajo éste paradigma científico todos los locos han dejado de ser técnicamente locos para convertirse en enfermos y una vez insertos en el contexto de hospital, manicomio o clínica de rehabilitación, pasan a ser pacientes. Por lo tanto, ésta Ofelia está tan loca como la Ofelia de Shakespeare. Sólo que aquí estamos bajo un paradigma científico y en la época en que se escribió Hamlet la sociedad existía bajo un paradigma teocéntrico.
Según todo lo anteriormente expuesto, cabe concluir que Ofelia es un personaje que trasciende desde Hamlet hasta Ofelia o la Madre Muerta , ya que en la reescritura, el dramaturgo chileno, toma varias de las características de Ofelia y las agudiza haciéndolas mas crueles y las pone en el contexto de nuestra época.
Ofelia no cambia en su manera de ser al reescribirla, si no que exagera algunas de sus características. La expresión a través del canto es una clara referencia a la Ofelia de Shakespeare, quién comenzó a cantar una vez que se desató su locura, en cambio en la obra de De la Parra , Ofelia canta desde la escena numero siete en adelante[3]. Es así como el lector podría llegar a pensar, tras leer el texto de Marco Antonio de la Parra , que la Ofelia de Shakespeare siempre estuvo loca, sólo faltaba un detonante para que saliera a la luz la pérdida del juicio; juicio que podría haber sido sólo un juicio pensado y brindado por el juicio existente dentro de la propia locura.
Cabe destacar también que bajo el paradigma científico en que vivimos, las “locuras” o enfermedades psiquiatritas son fáciles de diagnosticar antes de ser completamente llevadas a su máxima expresión, por lo que es coherente cuestionarse si es que la Ofelia de Hamlet quizás estuvo siempre loca, pero bajo ese paradigma, no se podía descubrir debido a la sutileza o inexistencia absoluta de los síntomas de la “locura”.